martes, 9 de agosto de 2011

Jazz en Paris

Paris es una ciudad

para la lluvia

y para el jazz.

Cuando no llueve en Paris

enmudecen

las orquestas de los negros

en el Saint Germain

y es como si la ciudad

no existiera más.

Sucede,

cuando no llueve en Paris,

que los parques se pueblan de conejos,

que los modistos siembran amapolas de papel

en el corazón de los bulevares

y que los turistas inician su ataque impío

a la ruina metalica de Eiffel

Sucede

que cuando no llueve en Paris,

las putas de la Pigalle

se quedan sin farolas y sin espejos

y se tornan pardas

como cubiertas por una capa de polvo

y de olvido

Sucede que se derriten los colores

de los nenúfares del Louvre

y un extraño olor a trementina

se derrama sobre las cumbres

de Monte de Marte.

Los pintores callejeros enferman de melancolía

y ni sueñan los cuadros que ya no pintan

y ni beben para no volverse locos de nostalgia

o de amor

Pero cuando llueve.

¡Oh cuando llueve y llega la noche!

¡cómo huele París

y cómo aullan las trompetas!

Cuando llueve

salen las estrellas

a darse un chapuzón en el Sena

y a través del encaje rojo

de las nubes

la luna abre un pozo de plata

y entonces

¡Oh entonces sucede Paris!

Dspiertan los hombres lobos

La noche abre sus fauces,

sus caninos de navaja afilada,

a los lobos-hombres

que jadean buscando a Boris Vian

a tientas

entre los mármoles

y los cipreses

del Montparnasse.


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