Paris es una ciudad
para la lluvia
y para el jazz.
Cuando no llueve en Paris
enmudecen
las orquestas de los negros
en el Saint Germain
y es como si la ciudad
no existiera más.
Sucede,
cuando no llueve en Paris,
que los parques se pueblan de conejos,
que los modistos siembran amapolas de papel
en el corazón de los bulevares
y que los turistas inician su ataque impío
a la ruina metalica de Eiffel
Sucede
que cuando no llueve en Paris,
las putas de la Pigalle
se quedan sin farolas y sin espejos
y se tornan pardas
como cubiertas por una capa de polvo
y de olvido
Sucede que se derriten los colores
de los nenúfares del Louvre
y un extraño olor a trementina
se derrama sobre las cumbres
de Monte de Marte.
Los pintores callejeros enferman de melancolía
y ni sueñan los cuadros que ya no pintan
y ni beben para no volverse locos de nostalgia
o de amor
Pero cuando llueve.
¡Oh cuando llueve y llega la noche!
¡cómo huele París
y cómo aullan las trompetas!
Cuando llueve
salen las estrellas
a darse un chapuzón en el Sena
y a través del encaje rojo
de las nubes
la luna abre un pozo de plata
y entonces
¡Oh entonces sucede Paris!
Dspiertan los hombres lobos
La noche abre sus fauces,
sus caninos de navaja afilada,
a los lobos-hombres
que jadean buscando a Boris Vian
a tientas
entre los mármoles
y los cipreses
del Montparnasse.
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