viernes, 4 de noviembre de 2011

Mayo


Navega en el aire la savia
de las espumosas almendras
estalla sangre de amapolas
sobre pálidas sementeras
Calienta mi lívido labio
dulce ambrosía de ubres llenas
y escupe al decente invierno
el calostro de la primavera

El azul violento de los lirios
destiñe a las pálidas venas
y derrama oro el jaramago
sobre las perlinas estepas

El aire de mayo, aire obsceno,
camuflado en la última niebla
cuelga sobre los tiernos lóbulos
pendientes de rojas cerezas
Un carro de rayos de bronce
despierta las aves primeras

Abro mis ojos de claro ámbar
a las mariposas hambrientas
armada de alas de hetaira
vestida de púrpura seda
me tiendo en el altar sagrado
donde morirá la inocencia.

Aire de mayo, remolinos
dibuja en las faldas de tela
roba espirales de azabache
a las indómitas melenas

Mayo de alas de ave lasciva
con plumaje de ingrata hembra
ya se estremece la serpiente
en las entrañas de la tierra
De la noche de los abismos
emerge su escarlata lengua
y la sacude fustigando
sefafines de carnes muertas.

Escapan los pálidos ángeles
al castillo de las tinieblas
donde ya prepara el invierno
un karkaj de aceradas flechas

Piernas como aspas de molino
guadañas de ortigas violentas
volando, volando sobre las espigas
regadas por la sangre nueva:
ya a la savia de los placeres
blancos muslos abren sus puertas

Viene engangrenando la tarde
el exangüe rostro de la pureza

Mayo no te vayas detente
quédate mayo entre mis piernas
porque ya dos guindas menudas
tiernos corazones de almendra
anuncian bajo la camisa
la agonía de la primavera
y la llegada del imperio
del Dios de las nieves perpetuas.

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