martes, 6 de diciembre de 2011

Lentejuelas y mentiras

Jamás he ido con la verdad por delante,
no me he desnudado nunca tan impúdicamente en un escenario.
Soy actriz de plumas y lentejuelas, no de cara lavada.
El embuste es mi lacayo en el viaje;
pone una pelliza sobre mis hombros
para que no me cale el frío húmedo de los trenes
ni la soledad celeste de los aviones
Él coloca suavemente un cojín de plumas
bajo mi cabeza cansada
y vigila el ritmo de mi respiración
reclinada contra la negrura de la noche

La quimera cuida de que no se alcen puentes
entre la niña que desde las hilachas del sueño
se mira en un lago donde se dibuja su nítido óvalo
puro y albino como una luna
y la mujer que se pierde entre las sombras
de un callejón en tinieblas
envuelta por el delicioso misterio  de una triste farol.

Jamás caeré en tu trampa no pisaré el cepo de besos que me pones
para que me quite las pestañas postizas
y los zapatos de tacón de aguja y me mire en el mar de tus ojos
así. Justo así. Pequeña y virgen
como si la vida no me hubiese lamido la cara tantas veces.

No he contado la verdad a nadie Nunca jamás cometí tal estafa.
Y huyo de quien la sabe o de quien la exige.
No es mi falta si no soy amiga de los desnudos integrales
del alma. El alma
es esa maravillosa conexión nerviosa que late dentro
de una masa repugnante, protegida por el hueso más duro
del ser humano, Esta ebúrnea coraza quiere decir que no es bueno
que el aire penetre entre sus orificios que no está hecho el espíritu de la mujer
para ser puesto en un pedestal en los museos.
El cuerpo es otra cosa. Es un sofisma.
Con él arrastro la vida.

Y cuando la representación comience a ser tan pesada
como el alma misma entonces buscaré las aguas heladas de ese  sueño
donde podremos bañarnos juntas mi alma y mis piernas
mi mentira y mi verdad.

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