Éramos tan jóvenes
y las noches llegaban con esa luna
estampada en el firmamento,
tan cerca que casi,
casi podíamos acariciarla
con la yema de los dedos
Eramos tan bellos,
tan frágiles eran nuestros labios de cristal
que no sé como no nos rompimos
a besos
Tan libres éramos,
tan torpes,trémulos pupilos del amor
con las ansias temblando
dentro de la uñasTantas veces perdimos la batalla de la carne y los huesosmientras los neonesaullaban afuera,llamando a la ventana,
para dibujar
en nuestra piel
nombres de licores
o rastros de labios
escarlata.
Nos recorrimos tantas veces
con manos ebrias
de carne
y nos besamos tantoque nos secarnos la saliva
Nos comimos el corazón
y nos bebimos el alma,
a zarpazos,
como cachorros
recién escapados de la manada
Tan imponentes
nuestras melenas limpias
agitadas por el hálito
de las estrellas.
Qué frío hacía en Granada
cuando avanzaba enero.
De camino a casa
siempre había alguien
temblando
mientras encendía un cigarro
doblado en la vitrina de un escaparate
a la que se asomaban
los labios oscuros
de una pálida maniquí
triste como una princesa
de cuento viejo.
Eramos tan bellos
tan frágiles
y la noche nos miraba desde
sus pupilas de hielo.
Tiene fuego amigo.
El cigarrilo pegado a mi labio
y a tus dedos
el humo helado contra la negrura del cielo
contra el destello de plata
de un millón de astros.
Qué frío amigo.
Sí, que frío.
Y nuestras bocas despiden
vaharadas de humo
y de aliento.
Y mis manos buscan piel caliente
bajo la camisa
Siento
la espalda fresca y tibia
de mi efebo,
mientras recorremos
una Gran Vía
a punto de despertar,
aterida bajo la presencia
del lucero del alba
de la mano de la luna
de estañosobre los picos color violetade Sierra Nevada.
Eramos tan jóvenes
y la noche llegaba con esa luna
estampada en el firmamento,
tan cerca que casi
podíamos acariciarla
con la yema de los dedos....
Éramos tan jóvenes
y las noches llegaban con esa luna
estampada en el firmamento,
tan cerca que casi,
casi podíamos acariciarla
con la yema de los dedos
Eramos tan bellos,
tan frágiles
que no sé como no nos rompimos
a besos
Tan libres éramos,
tan torpes,
con las ansias temblando
dentro de la uñas
para dibujar
en nuestra piel
nombres de licores
o rastros de labios
escarlata.
Nos recorrimos tantas veces
con manos ebrias
de carne
y nos besamos tanto
Nos comimos el corazón
y nos bebimos el alma,
a zarpazos,
como cachorros
recién escapados de la manada
Tan imponentes
nuestras melenas limpias
agitadas por el hálito
de las estrellas.
Qué frío hacía en Granada
cuando avanzaba enero.
De camino a casa
siempre había alguien
temblando
mientras encendía un cigarro
doblado en la vitrina de un escaparate
a la que se asomaban
los labios oscuros
de una pálida maniquí
triste como una princesa
de cuento viejo.
tan frágiles
y la noche nos miraba desde
sus pupilas de hielo.
El cigarrilo pegado a mi labio
y a tus dedos
el humo helado contra la negrura del cielo
contra el destello de plata
de un millón de astros.
Qué frío amigo.
Sí, que frío.
Y nuestras bocas despiden
vaharadas de humo
y de aliento.
Y mis manos buscan piel caliente
bajo la camisa
Siento
la espalda fresca y tibia
de mi efebo,
mientras recorremos
una Gran Vía
a punto de despertar,
aterida bajo la presencia
del lucero del alba
de la mano de la luna
de estaño
Eramos tan jóvenes
y la noche llegaba con esa luna
estampada en el firmamento,
tan cerca que casi
podíamos acariciarla
con la yema de los dedos....
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