Nos asusta el monstruo
que nos habita
Nos da miedo el espejo
y esas criaturas que bullen
en la madriguera
de nuestros labios.
Nos espanta
que dentro de nuestros ojos
nos pueda estar mirando
un mendigo
o un homicida.
Ceguemos el espejo;
y con las navajas de cristal
ejecutemos
pordioseros
y asesinos.
Salgamos a la luz
sedientos de sangre
ajena
Gritemos con la hordas
que piden mullidos sillones
y olvido.
Afilemos las uñas
humedezcamos los colmillos.
No valdrá la pena.
En cada lasca
de la luna descuartizada,
se multiplicará
nuestro rostro
y aullará el lobo
que nos habita
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