lunes, 9 de abril de 2012

Ascenso al monte Adnanipa


"Snø av Edvard Munch"


Una torre de piedras,
encajadas con precisión de cantero
-Señal de caminantes y trotamundos-
nos indica que estamos en la cumbre.

Nos cerramos bien los abrigos y
perdemos la vista en la inmensidad de los fiordos.
Las nubes se descuelgan del cielo
y se nos meten por los ojos
por las aletas de la nariz
y por los agujeros de los guantes de lana.

Taludes cortados a cuchillada limpia.
Cascadas de agua vomitando
generosas bocanadas de blanca espuma.
Hielo fosilizado. Piedras negras y musgo muelle.
El pie se hunde en la tierra húmeda.
El carámbano cruje bajo las botas,
frágil ante el ataque inminente de la primavera.

Y entre las tolvaneras de nieve en polvo,
protegida por la oquedad de una gran piedra,
descubrimos a una mujer sentada,
acurrucada bajo una manta de pelo.
Una mujer sin edad, que acuna un cuaderno en su regazo
Con pinceladas de agua dibuja el valle.
Niebla y tajos
En aire humedece el pincel
y luego lo eleva hacia el cielo
Emergen, entonces, de las nubes
sombras de cuervos y lobos.

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