viernes, 19 de agosto de 2011

La lluvia

Aunque te mueras de tristeza,
el mundo se limita a dos conceptos técnicos:
O es lineal o es pictórico.
No busques que no hay más.
El mundo tiene más de obra de arte que tú piensas.
Pero no te hagas ilusiones,
el arte no es un apósito.

Por ejemplo, cuando el sol brilla fuerte
sobre esa manta eléctrica que es el cielo
y borra toda línea divisoria entre el yo y el mundo,
es fácil ser feliz.
Es cuestión de líneas.
No lo achaques a doña Fortuna
ni doña Providencia
que ni una ni otra saben que tú existes.

Cuando el sol se empeña de lleno,
el mundo es un cuadro impresionista,
un lienzo sin perfiles.
Las casas se adhieren a los árboles por una niebla,
y los mares tienen un idilio con la línea del horizonte.
Crecen espejismos de lagos en las autopistas
y alumbran apenas las luces turbias de los semáforos
como las cosas que tienen una utilidad precisa.
Todos los gatos son pardos de día,
El sol apaga los espejos del asfalto
y ensombrece las lunas de las vitrinas.
Es el gran prestidigitador del engaño

Pero cuando llueve, amigo
cuando llueve no valen todas estas fullerías de la luz.
Cuando llueve las líneas se afilan
y entre tú y el mundo se abre un abismo.
La línea amarilla de las aceras brilla como un límite a la vida
y la luz verde de la farmacia parpadea sin piedad
al fondo de la calle.
Cada minúsculo animal que habita en la más insignificante hoja
es delatado en su dibujo exacto.
No cabe ese impresionismo de nieblas cuando llueve.

Llueve y la ciudad es un escenario sin velos.
Limpio, impío, nítido.
Una navaja de hoja niquelada.
No hay princesas bajo la lluvia,
no hay relojes parados ni casas encantadas;
Cuando llueve las flores de las floristerias se separan de la masa polícroma
y los pétalos son independientes
y se preguntan porqué deben formar una pieza
y no volar libres movidos por el viento

Cuando llueve emergen cráteres en las arenas del mar
y los ríos culebrean furiosos precipitándose hacia su suicidio.

La lluvia es el cincel cortante,
el reflejo aséptico que se encarga de recordarte
que estás solo
que estás sola
y que entre vosotros se eleva el muro
de la descarnada realidad
que no es pictórica, que se forma de líneas incisivas.

Bajo la lluvia no hay dios quien quiera seguir viviendo.

Esos que chapotean en los charcos
sin botas de agua
son solo un puñado de imbéciles
a los que la televisión ha inyectado
cocacola o alguna otra droga fuerte en las venas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario