miércoles, 10 de agosto de 2011

Las perlas de la señorita Nati

I

La señorita Nati era

una mala maestra

que nos hizo perder un curso

Eso decían

Era toda ojos y era toda tristeza.

Se había casado con un pollopera

en contra de las ordenes paternas

y había sido desterrada de la casa

y de los mullidos cojines

que el buen apellido

puso siempre bajo su melancolía

de niña rica y fea.

Ell guaperas que le causó ese destrozo

le pagó triturándole el corazón

y vendiéndole las joyas.

Pero todavía le quedaban

unos pedientes

que eran dos perlas

de nácar puro

y parecían a veces

dos lunas

y a veces

dos espejos

y a veces

dos burbujas de nieve

y a veces

dos galletas de nata

y a veces

dos flores de almendro

y a veces

dos botones de espuma

y a veces

dos pétalos de rosa

Pero de tanto sobarlas

se fueron convirtiendo

en dos ojos sin niñas

en dos almas en dos vidas en dos guiñapos

II

En dos pozos

III

La señorita Nati se quitaba los pendientes

y los dejaba sobre el libro

ocupando dos versos de Machado

o una estrofa de Bécquer

que ya no quería leer.

IV

Y los contemplaba

V

Los contemplaba

omo si fuesen

la bola de cristal

donde se ve el futuro

desierto.

Diisimuladamente

se enjugaba

con el dorso de la mano

-mano lánguida de fugitivo nácar-

una inoportuna lágrima

VI

La señorita Nati hizo la maleta un día

y se marchó con sus perlas

y con el chulo que la hacía desgraciada

en la vida

y puede que algo feliz en la cama.

En su lugar

llegó la señorita Loli

que nos enseñó mucho

y nos llevó a ver el mar

VII

De la señorita Loli conservo

una ortografía impecable

y una caracola gigante

que ruge con un ruido infernal

cuando acercas la oreja

a su trompa de eustaquio:

un escándalo que nada tiene que ver

con las melodías oceánicas.

De la señorita Nati

guardo

un pellizco en el estómago,

el horror a las perlas

y a los pozos

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