sábado, 2 de junio de 2012

Destierro

Foto: Cuando era niña creía que se veía con todo el cuerpo
Que no podia tanta belleza ceñirse a un solo órgano
No me pregunten qué pensaba cuando cerraba los ojos
porque no creo que haya un solo niño en el mundo que,
conscientemente, cierre los ojos.
Mi sombra dibujada en el suelo 
me llevaba a mí, por una calle cualquiera,
acosada por el sol africano, a mí por tierras secas de Iberia
a mí que era un insecto o una lagartija,
que estaba viva; me empujaba hacia la inmersión
absoluta del Yoenlaluz y la Luzenelser.
Descubrir las pupilas fue la primera herida,
fue el salto al vacío del ente de tierra, de aire, de fuego y de agua
al ser de carne, venas, tendones, bilis y mucosas.
A través del espejo de los ojos penetró 
mi exclusión de la creación, de todo universo vivo, no pensante.
Eso fueron mis ojos.
La línea divisoria entre la belleza absoluta
y la primera pregunta.

Cuando era niña creía que se veía con todo el cuerpo

Que no podía tanta belleza ceñirse a un solo órgano

No me pregunten qué pensaba cuando cerraba los ojos

porque no creo que haya un solo niño en el mundo que,

conscientemente, cierre los ojos.

Mi sombra dibujada en el suelo 

me llevaba a mí, por una calle cualquiera,

acosada por el sol africano, a mí por tierras secas de Iberia

a mí que era un insecto o una lagartija,

que estaba viva; me empujaba hacia la inmersión

absoluta del Yoenlaluz y la Luzenelser.

Descubrir las pupilas fue la primera herida,

fue el salto al vacío del ente de tierra, de aire, de fuego y de agua

al ser de carne, venas, tendones, bilis y mucosas.

A través del espejo de los ojos penetró 

mi exclusión de la creación, de todo universo vivo, no pensante.

Eso fueron mis ojos.

La línea divisoria entre la belleza absoluta

y la primera pregunta.

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