Venimos del infierno.
Tú, de una noche sin luna,
de hielos y silencio,
escondido como un cobarde,
para que te dieran el amor
como si el amor fuese
tu porción de pan y mantequilla.
Yo, del amarillo hiriente
de una tarde de verano,
escondida como una cobarde
para no escuchar
los alaridos del hombre
que se arrastraba por los suelos.
Venimos del infierno
y el invierno nos espera,
o la soledad,
a la que tendremos que aferrarnos
para no morir
de odio.
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